Durante la madrugada de hoy (hora de Beijing), la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado tres piezas clave de legislación sobre criptomonedas: la Ley CLARITY, la Ley GENIUS y la Ley Anti-CBDC de Vigilancia Estatal. Está previsto que Trump firme la Ley GENIUS este viernes, según la hora local.
Es la primera vez que Estados Unidos implanta un marco regulatorio nacional para las stablecoins, lo que marca el fin de la ambigüedad normativa y la integración de estos activos en el sistema financiero convencional. Paralelamente, grandes centros financieros como Hong Kong y la Unión Europea aceleran la creación de sus propios marcos, anticipando una transformación global del sector de las stablecoins.
El análisis de los últimos meses evidencia que las stablecoins han evolucionado de meras variables bajo vigilancia regulatoria a verdadero pilar infraestructural reconocido por la oficialidad. ¿Qué ha provocado este giro radical, quién lidera la proyección internacional de las stablecoins y cómo debemos interpretar este impulso?
Desde comienzos de año, las stablecoins han ocupado un lugar central en la agenda política y financiera global.
No se trata de una casualidad ni de la mera consecuencia del avance tecnológico. Estamos ante un cambio estructural impulsado por la política, en el que la administración Trump ha actuado como un agente disruptivo.
Por una parte, Trump ha manifestado una oposición constante a la implantación de monedas digitales de bancos centrales (CBDC), apostando públicamente por una solución para el dólar digital impulsada por el sector privado. Por otra, desde el respaldo a la stablecoin USD1 asociada a su grupo familiar hasta el impulso y aprobación de la Ley GENIUS, Trump está cumpliendo su programa electoral para rebajar la regulación sobre criptoactivos.
Esta sucesión de acontecimientos ha llevado a que los reguladores de todo el mundo reevalúen el papel de las stablecoins. En cuestión de meses, estas han dejado de ser un tema marginal en la comunidad cripto para convertirse en asunto prioritario en la elaboración de políticas nacionales. Más allá del calendario normativo creado por Hong Kong para su futura Ley de Stablecoins, las grandes economías trabajan ya de forma paralela y decidida en el diseño de marcos claros de cumplimiento:
En definitiva, la aprobación de la Ley GENIUS no supone solo una desregulación de las stablecoins en EE. UU., sino una apuesta decidida por un dólar digital privado frente a una moneda digital estatal.
La posición estadounidense servirá previsiblemente de modelo para los marcos regulatorios de otros países y contribuirá a consolidar las stablecoins como estándar en la política financiera internacional.
Durante años, el mercado de stablecoins ha estado liderado por Tether (USDT) y Circle (USDC), que representan la “eficiencia de liquidez” y la “transparencia regulatoria”, respectivamente:
Desde la óptica del mercado, las stablecoins continúan creciendo desde 2025. Según CoinGecko, el 18 de julio la capitalización total de stablecoins alcanzaba unos 262.000 millones de dólares, más de un 20 % por encima del inicio del año.
Esto demuestra que, con la recuperación del sector cripto, las stablecoins siguen actuando como “puerta de entrada” principal a la liquidez. El dominio de USDT y USDC es claro: USDT suma más de 160.000 millones de dólares en capitalización (más del 60 % de cuota), y USDC ronda los 65.000 millones (aproximadamente el 25 %), lo que supone que ambas controlan casi el 90 % del mercado.
Desde 2024, el sector ha visto la entrada de entidades financieras Web2 y de capital tradicional, que utilizan stablecoins para desarrollar instrumentos de liquidación en blockchain. PYUSD de PayPal y USD1, apoyado políticamente, son dos ejemplos destacados:
PYUSD (PayPal USD), impulsada por la pionera PayPal, está diseñada para pagos internacionales y conecta con una red global de comercios. USD1, enfocada en facilitar transacciones reguladas tanto dentro como fuera de la cadena y en la internacionalización empresarial, aprovecha el aval político de Trump y se orienta a liquidaciones corporativas.
Gracias al respaldo institucional y gubernamental, estas nuevas stablecoins amplían su función de “herramienta de liquidez Web3” para convertirse en puentes entre la tecnología blockchain y la economía real. Sus aplicaciones superan los exchanges y las billeteras, afectando ya a la financiación de cadenas de suministro, el comercio internacional, pagos a autónomos, liquidaciones OTC y más ámbitos.
La Ley GENIUS concede reconocimiento legal expreso a las stablecoins, pero también impone obligaciones de cumplimiento reforzadas y límites regulatorios precisos.
Los emisores deben respetar las normas KYC/AML, custodiar los fondos en cuentas segregadas y someterlos a auditoría externa; en ciertos casos, se impondrán restricciones tanto a la cuantía emitida como al uso. Así, las stablecoins no solo son activos admitidos, sino monedas sujetas a regulación formal.
En este contexto, el verdadero reto es que las stablecoins logren superar su uso estrictamente Web3 y consigan una adopción transversal, ya que el gran potencial de crecimiento reside fuera del entorno cripto, en la economía global y el universo Web2.
El impulso reciente de USDT y USDC proviene sobre todo de pymes y comerciantes con elevado volumen de transacciones internacionales, usuarios en mercados emergentes desconectados de SWIFT, personas que buscan protección ante la inflación y la devaluación de su divisa local, así como profesionales y autónomos que no pueden operar con PayPal o Stripe, entre otros perfiles.
En definitiva, la próxima gran ola de expansión de las stablecoins llegará de la mano de Web2; la auténtica aplicación decisiva será sustituir la cuenta bancaria tradicional en dólares, no otro protocolo DeFi.
Si las stablecoins se consolidan como el vehículo global del dólar digital, su influencia sobre la soberanía monetaria, las sanciones financieras y el equilibrio geopolítico será inevitable.
Por tanto, el futuro de las stablecoins irá de la mano de la evolución de la hegemonía internacional del dólar y abrirá un nuevo campo de disputa entre gobiernos, organismos multilaterales y potencias financieras.
Emitir moneda ha sido siempre un ejercicio de poder soberano, respaldado por reservas, mecanismos eficientes de compensación, credibilidad estatal, autorización normativa y proyección internacional.
Esto es igualmente aplicable a las stablecoins: para conectar el mundo cripto con la economía real, no bastará solo con lógica de mercado o modelos de negocio. Si bien el giro regulatorio de 2025 posibilita la adopción masiva, también implica que las stablecoins deberán enfrentarse a un entorno más sofisticado y competitivo.
Es una carrera a largo plazo, de la que apenas estamos vislumbrando los primeros pasos.